Por: Azael Carvajal
azcarma@yahoo.com
En la vida cotidiana, casi nunca queda tiempo para reflexionar sobre valores tan importantes como la lealtad, la honradez, el sigilo, la verdad, la independencia … hasta el compromiso con la sociedad de mantenerla informada, de la manera más justa como nos sea posible.
Solamente, cuando se presentan situaciones, algunas hasta previsibles, es cuando hacemos un alto en el camino para pronunciarnos, solidarizarnos y protestar por las conductas de colegas o de otras personas que perturban el trabajo profesional.
Estas breves palabras, nos sirven de fundamento para referirnos a lo sucedido en el Noticiero de Teleantioquia, que dirigía el periodista Juan Pablo Barrientos. En concreto, afirmamos que fue víctima de sus propios colegas, o de alguno de ellos, que siendo desleal, traicionero, deshonesto, y podríamos agregar más calificativos negativos, fue quien grabó las conversaciones del Consejo de Redacción, que es un recinto, donde los periodistas preparan el material para el noticiero. Por tanto, hablar en un ambiente de sigilo profesional, porque todos los participantes tienen el sagrado compromiso de callar sobre los temas que se analicen y jamás darlos a conocer.
Tal comportamiento, hace parte de la actividad profesional, que se extiende a los médicos, a los abogados y a quienes tienen el deber de servir a la sociedad desde su campo específico de trabajo.
Por consiguiente, vale la pena que las directivas de Teleantioquia hagan un replanteamiento porque de por medio, están algunas personas que hacen parte de la Asamblea Departamental, quienes eran, finalmente, las interesadas en enterarse de todo lo que se hablara en los Consejos de Redacción y que tuviera relación con el trabajo de dicha Corporación y, sobre todo, de las críticas que se formularan a sus actividades.
Este triste acontecimiento no debe pasar sin que se le valore en su justa dimensión y, especialmente, que se convoque al debate, que tanto necesitamos en nuestro medio, para que de verdad, se ponga de presente la misión tan trascendental que en nuestra sociedad, tan urgida de medios de comunicación, que estén comprometidos con los derechos de los ciudadanos y que cumplan a plenitud con el deber que se ha asumido y frente al cual, jamás se podrá desmayar.