Por: Azael Carvajal
azcarma@yahoo.com
Estamos ante una pregunta que, seguramente, nos hacemos pocas veces. Solamente surge el interrogante, que debería terminar con un gran debate, como ahora, cuando ocurre un hecho, como el que conocemos en el medio audiovisual Canal Capital, que gerencia el conocido periodista Hollman Morris y la salida de otro periodista Mauricio Arroyave, director del programa «El primer café», que a la vez propició la renuncia de otros periodistas que participaban en el mencionado programa.
Lo primero que debemos afirmar, con suficiente claridad, consiste en que en nuestro sistema democrático, como el nuestro, que así lo proclama la Carta Magna, es un derecho fundamental la garantía para que se funden muchos medios de comunicación, con la precisión de que para algunos, como los impresos, solo se necesita dinero y personal. Otros, tienen requisitos técnicos que se deben cumplir previamente, como son los sonoros, el caso de la radiodifusión, y los audiovisuales, como la televisión.
Sin entrar en detalle sobre los trámites para su creación, la parte que en esta ocasión nos interesa es la diferencia entre los medios de comunicación como empresa privada y los medios de comunicación que tenga un gobierno determinado, o cuando éstos sean del Estado, en forma permanente, en aspectos tan esenciales como la orientación ideológica, que se refleja tanto en los mensajes de juicio de valor o las opiniones, como en lo informativo, en cuanto titulación de las noticias, la orientación y el contenido de las mismas.
Porque debemos recordar que el papel fundamental de un medio de comunicación es satisfacer el derecho a la información de la sociedad, entonces: ¿qué pasará cuando el medio de comunicación de la empresa privada esté en competencia con el medio de comunicación del gobierno de turno, o el medio sea en forma permanente del Estado? En ese sentido, tenemos una experiencia funesta cuando el Diario Oficial, que es el órgano del Estado para publicar las leyes, decretos, contratos y asuntos de interés colectivo de la sociedad, se convirtió en el periódico del régimen del General y Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas, Teniente General Gustavo Rojas Pinilla.
Ahora, nos trasladamos al medio audiovisual, en concreto a la televisión. Nuestra historia en este campo es reciente, pues, nuestra televisión está cumpliendo sesenta años. Luego vinieron los canales regionales y después los canales locales. En todos ellos, la presencia del Estado ha sido determinante, sobre todo, en el aspecto económico.
Todos estos canales necesitan ofrecer buena y variada programación en diferentes temas de trascendencia para el público. Y, por obvias razones, los programas periodísticos no pueden faltar, no con el ánimo de hacer competencias con los otros noticieros o programas de opinión, sino para enriquecer la oferta. Y viene el asunto de fondo: el gerente es el gerente, con tareas administrativas muy concretas, sin intromisión en la otra programación, en especial, con la de carácter informativa-periodística. Porque cualquier injerencia, constituye una afrenta a la libertad del periodista que dirige estos programas. En el caso del Canal Capital ha dicho el gerente que fueron meras insinuaciones, que de todas maneras son inadmisibles.