Por: Carlos Pachón Botero
@cmpachonbotero

Historia de un sacerdote que cambió el destino de un pueblo. Guardaba secretos y ganancias con la misma devoción. Era el médico, el policía, el alcalde, el banquero y el cura. Lo era todo.

En San Francisco de Asís, oriente de Antioquia hay una historia de un sacerdote ligada íntimamente a la creación del municipio. El sacerdote Mario Castaño lo era todo para San Francisco, coinciden en afirmar varios moradores de la localidad, tanto cercanos como distantes al púlpito católico y al clériman. Aunque sus últimos días en el municipio estuvieron marcados por la tristeza de la partida del papá del pueblo y la incertidumbre de los rendimientos de los recursos confiados al pastor recaudador.

Corrían los primeros años de la convulsionada década de los 70, en la que en América despertaba una nueva conciencia social inspirada en la teología de la liberación, el padre Mario recién se desempacaba en aquel paraje exuberante que aún no tomaba el nombre del santo italiano, por aquellos tiempos territorio de Cocorná. Un terruño sin electricidad, confinado en lo más espeso del bosque sobre una montaña que desprendía aires templados, era el nuevo destino del pastor.

Padre Castaño hablándole a la comunidad
Padre Mario interviene ante la comunidad

Sus ideas de moralidad pronto empezaron a reinar en este paraíso de férreas, pero vulnerables conciencias. Pasaron los años y el sacerdote se había convertido, proponiéndoselo, en el policía, el médico, el consejero y el líder del pueblo. No se hacía nada, no se movía una hoja sin antes ser consultado. Si sorprendía a dos tímidos y escurridizos jóvenes besándose los reprendía de tal manera que a muchos no les quedaban ganas de volverlo hacer. Inspiró el mayor de los temores. Era el policía del pueblo, dirimía los desacuerdos, quitaba los machetes, recetaba medicamentos, administraba el carro ambulancia y cuadraba matrimonios.

Cuando en 1986 se propuso la separación del territorio de Cocorná, el padre fue el motor que movió la idea, se hizo acompañar de los políticos de mayor incidencia de la época. Recuerdan los habitantes que era usual ver al Padre asomado en un balcón con micrófono en mano acompañado de dirigentes conservadores promoviendo la separación de Cocorná Los más frecuentes visitantes eran los conservadores Orestes Zuluaga del vecino municipio de El Santuario y la congresista Villamil Aguilar, que como una triste coincidencia fue asesinada un 17 de febrero de 1992 en Medellín, porque en la misma fecha, pero 8 años atrás fue creado el municipio de San Francisco, causa por la que luchó.

Padre Castaño con Orestes Zuluaga
Orestes Zuluaga se dirige a la comunidad

Aún se recuerda el día en que la junta Pro-municipio contrató el único camión escalera de la localidad para bajar hasta Medellín, era un viaje de todo el día y se pararon al frente del gobernador exigiéndole que los atendiera, no cesaron de gritar hasta que el mandatario regional, Alberto Vásquez Restrepo salió a saludarlos y pactaron un nuevo encuentro. A la segunda cita asistió también el camión escalera atiborrado de pobladores ávidos de un nuevo ente territorial, el padre comandaba la delegación y antes de salir hacia Medellín dijeron que no volverían hasta que el gobernador firmara la ordenanza y así ocurrió. A las 10:00 de la noche llegó el camión pitando con una algarabía inusual, las velas permanecían encendidas y las linternas de pilas alumbraron por todo el pueblo anunciado que había un nuevo municipio. El 17 de Febrero de 1986 permanece intacto en los recuerdos de los habitantes de San Francisco de Asís, que tomó el nombre por directa influencia del padre, pues la iglesia ya tenía esta denominación en honor al santo nacido en Asís, Italia, fundador de la orden de los franciscanos.

Su viejo y desvencijado Suzuki era el carro ambulancia de la población, en él sacaban a los enfermos hasta Rionegro por polvorientos y destapados caminos. En la casa cural tenía un dispensario de medicamentos, algunas veces los vendía y otras tantas los regalaba con la generosidad propia del mal comerciante. Muchos acudían a aliviar sus dolencias físicas y otros las del alma, porque así como componía pies, componía matrimonios en crisis. El presbítero iba hasta los hogares y con su enérgica voz los convencía de que desistieran de la separación.

Era pésimo para los negocios, pero bien recibió la caridad de los suyos que hasta fincas le donaron, allí llevaba a los colaboradores de la parroquia a comer sancochos con sabor a leña. Las gentes de San Francisco le confiaban además de sus secretos de confesión las ganancias de sus negocios. Si alguien vendía una casa o hacía una buena venta, corría hasta donde el sacerdote a entregarle su dinero para que éste se los administrara, un viejo talonario de recibo era la única constancia del depósito. El rendimiento o los intereses los devolvía cada 8 días no en dinero sino en carne y sal y la gente los recibía porque creían no necesitar más. Aunque otros decían que su ingenuidad o mala cabeza para los negocios solo era un cuento bien echado, porque alcanzó a construir dos edificios en el parque principal. Una de estas edificaciones sirvió de sede para la cooperativa Juan Pablo II, hoy Cooperativa Pio XII de Cocorná.

sede de la Cooperativa Pío XII
Sede Cooperativa Pio XII

Al ser trasladado por el Obispo, después de 22 años como párroco de la localidad, llegó un nuevo pastor, el padre Fabio Cardona, quien tuvo que lidiar con los enredos, pues la gente le pedía cada 8 días la carne y la sal y éste desesperado porque no sabía cómo cumplir con la obligación de su antecesor acudió a su jefe pastoral a quien solo se le ocurrió decirle que quemara los recibos, vendiera los edificios y restaurara la casa cural que estaba próxima a caerse. Así lo hizo, vendió un edificio a la cooperativa por 17 millones de pesos de principios de los 90 y recuperó la bella casona sede parroquial.

El nuevo párroco cargó con la antipatía del pueblo en sus inicios, luego, la gente asimiló que perdió sus ahorros y aceptó al nuevo cura.

Iglesia de San Francisco de Asís
Iglesia San Francisco de Asís

Cuando el padre Mario Castaño se fue del pueblo, la gente lo lloró como nunca lo habían hecho por uno de los suyos, pues el sacerdote era natural de San Carlos y llegó allí a conquistar el alma de los sanfrancisquenses para convertirse no en el hijo predilecto sino en el padre de todo un pueblo. Luego de su paso por las parroquias de la Dalia en Marinilla y Sagrado Corazón de Rionegro, el padre Mario falleció hacia el año de 1996, consumido, delgado y reducido a una cama por una enfermedad de los riñones que lo obligó a hacerse permanentemente diálisis. Hoy el padre es recordado con cariño, pese a los problemas y es reconocido como uno de los creadores de San Francisco, la Casa de la Cultura lleva su nombre. Todavía lo recuerdan como el fundador del coro, componiendo tonadas a Dios y tocando la organeta que ponía sobre el altar y del enredo del recaudo del dinero, no quieren ni acordarse.